Lo que se logra con estas meditaciones es
ver claramente la naturaleza esencial de la experiencia. No hay ninguna intención de cambiarla ni
manipularla, ni tampoco de crear un estado de paz o felicidad, tampoco de
deshacerse del sufrimiento o de cambiar al mundo. Sólo ver claramente la
verdadera naturaleza de esta experiencia presente.
Esta claridad de ver no es un
entendimiento intelectual, aunque podría ser formulado temporalmente en
términos intelectuales cuando la situación actual así lo requiera. Más
bien es, el directo, íntimo e inmediato conocimiento de nosotros mismos
descansando en, y como el espacio sin forma de la Presencia, y bailando
simultáneamente en la vitalidad e intensidad de cada gesto y tonalidad del
cuerpo, de la mente y del mundo.
La claridad de ver lo que es, tiene un profundo efecto en la apariencia
de la mente, del cuerpo y del mundo, pero ese no es el objeto de esta
investigación. No hay objeto alguno para esta investigación.
Incluso el propósito de "ver claramente"
resulta ser excesivo al final. Un clavo saca a otro clavo, y cuando incluso este último
rastro de llegar a ser se disuelve en entendimiento, también es abandonado, dejando
tan sólo el Ser.
Aunque, en la mayoría de los casos, esta
exploración es un preludio para la revelación del Ser. Comenzamos con la experiencia y
nos mantenemos muy cerca de ella. No comenzamos con una teoría, un
modelo, un mapa o una enseñanza y después tratamos de ajustar nuestra
experiencia a ese modelo. Absolutamente nada es dado por sentado.
Comenzamos con la experiencia y terminamos
con la experiencia. Permitimos
que la claridad desnuda de la experiencia se libere de la carga de la dualidad.
Simplemente observamos los hechos de la
experiencia. "¿Esto es verdad en mi experiencia de este
momento?" Este es el único punto de referencia.
Las diversas creencias e ideas
preconcebidas que mantenemos sobre la naturaleza de nosotros mismos y del mundo
son expuestas en esta desinteresada investigación. No les hacemos nada a estas
creencias. No estamos tratando de destruirlas, más bien sólo exponerlas.
La creencia y la duda son dos lados de una
misma moneda. Cuando una creencia es expuesta, se descubre si es verdadera o
no, si es verdadera, la creencia se convierte en un hecho y la duda que estaba
implícita en ella se disuelve, y si se descubre que es falsa, tanto la creencia
como la duda, naturalmente llegan a su fin.
Cualquier sentimiento o patrón de conducta
que dependía de la creencia que se expuso, se disolverá de manera natural en su
debido tiempo, simplemente porque dejan de nutrirse a través de la creencia. Muere
o deja de ser vigente.
Estos sentimientos o patrones de conducta
son la contraparte en el nivel del cuerpo de las creencias al nivel de la
mente, y su disolución se logra de la misma manera. Lo que era una investigación a
nivel de la mente, es una exploración a nivel del cuerpo.
En esta exploración, esos sentimientos y
patrones de conducta son expuestos, y en esta exposición, su poder de separación es
revelado como inexistente. La separación no se entiende que sea sólo
una ilusión. Se siente como tal.
Cuando ya no son nutridos por la creencia,
esos sentimientos son expuestos y entonces son vistos por lo que son. Mueren a
causa de la feroz claridad bajo la cual fueron vistos.
La disolución de estas creencias y sentimientos
tienen un profundo efecto en nuestras vidas, nuestras ideas, nuestras
relaciones, nuestros cuerpos, nuestro trabajo, el mundo, de hecho, sobre todo.
Sin embargo, el propósito de esta
investigación y exploración no es cambiar nada. Es simplemente ver con claridad
lo que es, y ver con claridad es el santuario en donde el Ser brilla.
Esta línea de investigación podría
compararse con sacar varias imágenes de resonancia magnética de una manzana.
Con cada imagen, la manzana se rebana de tal forma que cada una muestra una
nueva sección o punto de vista.
Sin embargo, la manzana jamás es tocada
dentro de este proceso. Siempre permanece tal cual es, entera, sin ser tocada
ni modificada ni dividida. Tan sólo parece estar dividida, y esta apariencia
proporciona una imagen completa de su verdadera naturaleza no dividida.
Lo mismo pasa con nuestra experiencia. Las
meditaciones en este libro son como la resonancia magnética de nuestra
experiencia. Ellas observan la experiencia desde diversos ángulos, separándola,
dividiéndola. Aunque nuestra experiencia sea siempre una sola.
Siempre es una perfecta, unificada
totalidad sin partes separadas y su naturaleza es siempre sólo pura
Consciencia. Ese es
un hecho de la experiencia y eso nunca cambia, incluso si creemos lo contrario.
Esta línea de indagación proviene de la
verdad de la experiencia directa, de ahí que nos lleve de vuelta a ella. Nos lleva hacia la Realidad de la
experiencia, a la experiencia de la Consciencia conociéndose a sí misma,
intencionadamente. Es implacable y dulce al mismo tiempo, y profundamente
simple.
A veces se piensa que este tipo de
indagación es intelectual y abstracta y parece guardar poca relación con
nuestra experiencia cotidiana. Pero, es sólo porque nuestros conceptos duales y
convencionales acerca de la naturaleza de la Realidad están densamente
entretejidos con ideas abstractas y erróneas que requieren una muy cuidadosa
deconstrucción.
En este caso aún no se identifica que eso
que consideramos nuestras suposiciones normales, de sentido común son, de
hecho, suposiciones intelectuales y abstractas — es decir, que en realidad tienen
muy poco que ver con los hechos de la experiencia.
Espero que al final del libro quede claro
que de hecho son nuestras formas convencionales de ver lo que guardan poca
relación con la experiencia real de cada momento.
Y, por contraste, espero que las
formulaciones expresadas aquí sean entendidas como afirmaciones simples y obvias acerca
de la naturaleza de la experiencia, aunque dentro de los limitados confines
de la mente.
Por ejemplo, generalmente se considera un
hecho de sentido común indiscutible que el cuerpo y el mundo existen como
objetos físicos dentro del tiempo y el espacio, independientes y separados de
la Consciencia.
Cualquier línea de razonamiento que sugiera
que este no es el caso, y que quizás sólo haya la experiencia de la
Consciencia conociéndose a sí misma en, y como objetos, es a veces considerada
ser intelectual y abstracta.
Sin embargo, la idea de que el cuerpo y el
mundo existen como objetos en el tiempo y el espacio, independientes y
separados de la Consciencia, es la que es intelectual y abstracta. No
está basada en la experiencia. Y por la misma razón, la idea de que sólo
hay una experiencia de la Consciencia conociéndose a sí misma en y como
objetos, se hace auto-evidente, obvia y un hecho indiscutible de la
experiencia.
Por supuesto que la aparición de objetos
físicos continúa, pero esa apariencia ya no es confundida con la Realidad.
Sin embargo, sería un malentendido pensar
que las apariencias tienen que desaparecer para que la Realidad sea revelada. Se
trata simplemente de que la mala interpretación deje de superponerse a la
experiencia.
El cuerpo y el mundo continúan apareciendo
de la misma manera, pero queda claro que la experiencia de la aparición del
cuerpo y el mundo sucede simultáneamente con la experiencia de la Consciencia
conociéndose a sí misma. Es la misma experiencia, una sola
experiencia.
(Traducción de Tarsila Murguía)