El Peregrino Filósofo
El mundo cree en ídolos. Nadie viene a él a menos que los haya
venerado y trate todavía de buscar uno que aún le pueda ofrecer un regalo que
la realidad no posee. Todo idólatra abriga la esperanza de que sus deidades
especiales le han de dar más de lo que otras personas poseen. Tiene que ser
más. No importa realmente de qué se trate: más belleza, más inteligencia, más
riqueza o incluso más aflicción o dolor. Pero para eso es un ídolo, para darte
más de algo. Y cuando uno falla otro viene a ocupar su lugar, y tú esperas que
te pueda conseguir más de otra cosa. No te dejes engañar por las formas en que
esa "otra cosa" se manifiesta. Un ídolo es un medio para obtener más
de algo. Y eso es lo que va en contra de la Voluntad de Dios. (Curso de
Milagros, T.29.VIII.8.4-13) (Pág. 700)
No dejes que las formas que adoptan te engañen, pues los ídolos
no son sino substitutos de tu realidad. De alguna manera crees que completan tu
pequeño yo, ofreciéndote así seguridad en un mundo que percibes como peligroso,
y en el que hay fuerzas que se han aglutinado a fin de quebrantar tu confianza
y destruir tu paz. Crees que los ídolos tienen el poder de remediar tus
deficiencias y de proporcionarte la valía que no tienes. (Curso de Milagros, T.29.VIII.2.1-4) (Pág.
698)
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