“Cómo
deslizarse a través de la realidad”
«Enemigo mío»
Martin Buber:
Yo y Tú
Enemy Mine
(USA, 1985) Dirección: Wolfgang Petersen.
I n t é r p r
e t e s: Dennis Quaid (Davidge), Louis Gosset jr. (El "drac"), Bumper
Robinson (el pequeño Zammis). Guión: Edward Khmara, según una historia de Barry
Longyear. Producción: 20th Century Fox. Duración: 89 min.
“A finales del siglo XXI la especie humana ha extendido su
dominio más allá de su propia galaxia. Pero en su expansión ha tropezado con
los «dracs», una especie alienígena que le disputa la conquista espacial. Con
este motivo, humanos y «dracs» se han declarado una guerra sin cuartel.
Durante una escaramuza aérea, un piloto humano (llamado Davidge)
y otro «drac» se enzarzan en un duelo personal que les conduce accidentalmente
hasta Firine IV, un planeta inexplorado y lleno de desconocidos peligros.
Aislados de todo vestigio de civilización, los dos seres proseguirán su
enfrentamiento...
Rodada en gran parte en Lanzarote, la película nos va a llevar a
recorrer
un proceso en la relación entre dos seres, en principio condenados a
desconocerse y a odiarse mutuamente. Para ello sabrá combinar una
historia intimista (de sólo 2 personajes) y un espectáculo lleno de acción y
efectos especiales.
Los dos enemigos –al quedar aislados en un mismo lugar y en la
necesidad de luchar por su supervivencia– van descubriendo que son muchas más –y,
sobre todo, más importantes– las cosas que los unen que las que los separan.
El tema, por supuesto, no es original y ya tiene numerosos
antecedentes en la literatura (Robinson Crusoe, por no ir más lejos) y en el
cine (Infierno en el Pacífico).
Resulta especialmente significativa la secuencia (clave en la
película) en que los dos protagonistas mantienen un debate ideológico durante
la lluvia de meteoritos: la defensa que cada uno sostiene de las causas que les
llevaron a la guerra suena, sencillamente, ridícula.
El planteamiento, desde luego, es demoledor: la mayoría de los
seres humanos, tantas veces enfrentados por prejuicios y por cuestiones que
parecen trascendentales y sublimes, tienen en esencia unos objetivos vitales
tan similares que el entendimiento mutuo –libre por fin de cualquier retórica (social,
política, religiosa, nacional...) – sería un hecho no sólo probable, sino
absolutamente seguro. E incluso –en ocasiones– trenzado con la amistad.
Martin Buber:
Yo y Tú
EL TIEMPO DEL PEREGRINO
v No
tengo tiempo para debilitarme por lo que hacen o dejan de hacer mis semejantes.
v No
tengo tiempo para pasar la mayor parte de mi vida ofendido por algo o por
alguien.
v No
tengo tiempo para querer tener claridad en todo, todo el tiempo.